Mi mundo en una maleta

Nunca imaginé comprar una maleta llegaría a ser tan difícil, pero menos imagine lo que mas difícil era hacerla. La cuestión es que a pocos días de partir rumbo a Alemania no tenía aún una maleta en condiciones donde guardar las cosas que llevaré. Estuve mirando muchas tiendas de maletas durante varios días comparando precios y calidades, sin decidirme por cual. Unas no me gustaban por parecer muy endebles, otras muy pequeñas, otras muy femeninas, y en general todas muy caras. O quizás no es que sean caras, simplemente es que no me decidía. Hasta que sin pensarlo me fui a un Chino y por muy pocos, pero muy pocos euros, ya tengo maleta:

Si el primer paso parecía difícil, el segundo que es meter cosas dentro, parece casi misión imposible. No porque no sepa que llevar, que lo se, sino que soy incapaz de deshacerme de ciertas cosas que con el tiempo les he ido cogiendo cariño y quisiera llevarlas conmigo. Con decir que tengo una camiseta desde hace casi 15 años, que inexplicablemente se ha mantenido como nueva. Quizás tengo un problema, síndrome de diógenes decía mi madre riéndose de mi. Lo cierto es que, a pesar de nunca haber sido nada materialista, le he cogido cariño a ciertas cosas, mas que nada por los recuerdos que la rodean y las sensaciones que despiertan aquellos recuerdos.

Hoy no veo un futuro ligado a un mismo sitio, sino que me veo viajando de un lado a otro, buscando nuevas expectativas,  nuevos retos, aprendiendo del mundo, conociéndolo poco a poco. Ese futuro incierto es lo que mas ilusión me hace ahora mismo, con lo cual no me queda otra que pensar que mi futuro pasa por esa maleta, no por lo que lleve, sino por donde la lleve.